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La Gestión Sostenible

Apañando 2- Asoc. Leiva

El castaño, es un árbol de gran longevidad y porte majestuoso. La corteza es lisa en los ejemplares jóvenes, volviéndose en los viejos pardo-grisácea, gruesa y profundamente surcada. El sistema radicular (raíces) es medianamente profundo, pero muy extenso y robusto.

Las hojas, alternas y caducas, son de forma elíptico-lanceolada y regularmente aserradas en sus bordes. Las flores masculinas se reúnen en espigas (amentos) amarillas, erectas y con agrupación discontinua de flores. Situadas en la base de un amento masculino aparecen las flores femeninas, agrupadas y protegidas por una envuelta exterior que, pasado el tiempo, se transforma en una capa coriácea cubierta exteriormente de espinas (erizos). Al abrirse los erizos dejan al descubierto de 1 a 5 semillas, las castañas. La época de floración es de mayo a julio, siendo característica la coloración amarillenta que toman los árboles en esta época debido a las flores masculinas. La fecundación es fundamentalmente anemófila (por el viento), aunque es de destacar la colaboración de múltiples insectos que con frecuencia visitan sus flores. La madurez de los frutos ocurre entre septiembre y noviembre.

La época idónea para la plantación de castaños es entre noviembre y finales de febrero. La preparación del terreno para la plantación tiene como finalidad facilitar la penetración de las raíces en el suelo, por lo que las labores deberán ser lo más hondas posibles. Los hoyos para los árboles deben ser profundos, entre 0,5 y 1 m, y de un metro de diámetro. Preferiblemente el marco de plantación será de 10×10 m. Unas 100 plantas por hectárea y al tresbolillo. Aunque se aconseja sembrar un 10% más, para evitar pérdidas y presencia de pies bravíos. Se deben utilizar plantones de castaño silvestre (bravío) del lugar, adaptado a las condiciones climáticas y de suelo, y libres de enfermedades. O bien adquirir plantas-clones resistentes a la enfermedad de la tinta. Los plantones deben de tener pasaporte fitosanitario para evitar traer la enfermedad de la avispilla y otras enfermedades (nunca se debe comprar en lugares sin control o garantía).

La tierra debe quedar ligera y pegada a las raíces. Cualquier bolsa de aire puede dificultar el arraigo. No se deben dejar piedras o terrones en los agujeros, ya que impiden el desarrollo de las raíces. El cuello de la raíz debe quedar enterrada unos 5 cm para evitarle daños. El tallo debe quedar derecho y la planta bien sujeta, sin pisar en exceso la tierra y preparando a continuación una poza o alcorque para la retención de lluvia y riego. Después de la plantación, es conveniente dar un riego de plantación. Posteriormente se aconseja el riego localizado (goteros), sobre todo en los primeros 2-3 años, para la supervivencia de las plantas. Es conveniente la protección de las plantaciones de la fauna silvestre (roedores, ciervos, jabalíes…) y de la ganadera. Se puede optar por cierres perimetrales o individuales en forma de tubo de malla electrosoldada sujetos por postes de hierro. El control de matorral es importante en los primeros años para evitar la competencia.

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Si bien la arboleda requiere ser injertada para asegurar la producción de castañas, en la masa de cultivo se aconseja la conservación de ejemplares bravíos (no injertados) para mejorar la polinización, de un 10% a un 20 % de pies por ha, ubicados en lindes y zonas estratégicas de rodales arbóreo–arbustivos.Las podas que se aconsejan para la conservación y mantenimientos del castañar en estado joven son las de realzado y en estado adulto las de formación y sanitaria. Otro tipo de poda es la de formación de tronco o fuste, en el caso de que el castañar esté dedicado a la producción de madera. La seguridad y prevención de riesgos laborales asociadas a las actividades de poda debe asegurar el uso de mecanismos de sujeción que permitan minimizar los riesgos del trabajo en altura.

El injerto es una técnica que consiste en incorporar en el tronco, o ramas principales de un castaño (por lo general silvestre o bravío), llamado “patrón”, una o varias ramas de otra variedad de castaña diferente al patrón, llamada injerto. Existen diferentes técnicas, pudiendo adoptarse aquella cuya ejecución domine mejor el/la profesional responsable de hacerlo. La época adecuada es al comienzo de la primavera, cuando la savia empieza a moverse. Los injertos se obtendrán de ramas de un año, siempre húmedas, y de plantas madre seleccionadas por la calidad de su fruto, crecimiento, etc. En nuevas plantaciones se aconseja el injerto de la variedad deseada obtenida en vivero y libres de enfermedades.

Se recomienda el injerto de canuto de la variedad específica que se desea sobre patrón de castaño bravío. Se debe tener presente la necesidad de tratamiento de los injertos contra ataques tanto de enfermedades, así como su protección de mordidas de fauna silvestre y ganadera.

El laboreo del terreno derivado de arados es una práctica común. Aunque se dice que esta práctica se ha realizado desde siempre, no se ajusta a la realidad dado que estos arados mecanizados se vienen produciendo con tractores desde hace relativamente poco tiempo (mediados del siglo XX). El laboreo de superficie en castañar se realizaba en épocas pasadas con arado tradicional tirado por animales para preparar el terreno para la plantación de plantas forrajeras de alimentación del ganado.

El suelo donde se asienta el castañar actual se ha visto alterado por las sucesivas actuaciones de laboreo mecanizado. Esto ha provocado una pérdida de suelo fértil (Horizonte A) que ha desaparecido en muchos castañares por la acción de la escorrentía de las lluvias, en pendientes desprovistas de vegetación. A su vez, el laboreo del terreno puede provocar la transmisión de la enfermedad del hongo de la tinta, que produce heridas en raíces infectándose estas por la acción de los tractores.  El laboreo mecanizado contribuye a la pérdida de biodiversidad y al efecto de contribución al calentamiento global que origina el cambio climático. Por estos motivos, desde la cooperativa no recomendamos el laboreo mecanizado, y promovemos el desbroce selectivo conservando la flora arbórea, arbustiva y herbácea en claros fuera de copas y zonas (lindes) necesarias para la mejora de la biodiversidad, donde no afecta a la recogida de fruto, con el fin de contrarrestar los efectos erosivos sobre el terreno de fuertes lluvias, ayudando además a la retención de humedad y de suelo fértil. 

La propia fertilidad edáfica de un ecosistema biodiverso asegura los nutrientes necesarios. En caso de recurrir al abonado, se aconseja el uso de fertilizantes de tipo orgánico sólido, es decir, compuestos de origen animal, vegetal o mixtos. No se aconsejan los abonos inorgánicos dado el impacto negativo que puede ocasionar su uso para el medio ambiente. El abonado debe incorporarse antes de la plantación de los castaños y posteriormente a la recolección. En cuanto a la dosis, dada la gran gama de abonos orgánicos existentes, se aconseja realizar un análisis del suelo para saber las carencias en nutrientes del mismo (nitrógeno, potasio, fósforo…) y, así, conocer la cantidad óptima que hay que aportar por hectárea. 

También sería importante la incorporación a suelo de los restos vegetales procedentes de las rozas, desbroces y podas, por medio de la trituración, astillado o picado. La descomposición de estos restos vegetales es, junto a la descomposición de restos orgánicos y la disgregación y disolución de minerales procedentes de la roca madre, necesaria para la nutrición de la arboleda. La práctica de quema de restos vegetales en general conlleva la disminución potencial de nutrientes naturales. Por tanto, solo se aconseja la quema en caso de restos infectados, y en el caso de que por razones diversas no puedan realizarse los procesos de trituración, astillado o picado, descritos. 

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